No es lo más común pero se llegan a dar los casos en los que los niños no tienen interés en el juego, lo cual definitivamente es una alarma en el bienestar emocional infantil, es por ello que en este post te compartimos ¿Por qué algunos niños no juegan?
El juego como símbolo de bienestar infantil
Una de las acciones más importantes durante la infancia es el juego. La actividad lúdica es una acción además de benéfica, sumamente placentera para los niños, los cuales tienen una predisposición natural a realizarla.
Mediante el juego el niño madura tanto física, cognitiva, social y emocionalmente. Esta maduración sin duda será de trascendencia a lo largo de la vida del menor, el juego es salud y por tanto el no juego es un síntoma de una problemática.
¿No se quiere jugar ningún juego?
Lo primero que hay que investigar es si el niño tiene una negativa a jugar cualquier tipo de juego o ciertos juegos bajo situaciones específicas, por ejemplo:
si no quiere integrarse a un juego que es en grupo puede ser porque no tenga habilidades sociales, si no quiere integrarse a un juego reglado puede ser porque sea muy intolerante a la frustración o no tengan resiliencia, si no quiere integrarse un juego no estructurado puede ser porque tenga una baja capacidad imaginativa.
Sea cual sea el caso, lo importante es reforzar el aspecto en el que el niño tiene una deficiencia, cuando esto se logre el niño podrá integrarse sin mayor problema al juego.
Los videojuegos son enemigos del juego sano
Cada vez son más los padres de familia que en consulta refieren que su hijo no quiere salir de casa ni hacer otros “juegos”, que no sean los videojuegos. Cuando los niño se encuentran en este tipo de estados podemos hablar de una adicción, la cual al igual que cualquier otra dependencia ya ha ocasionado un trastorno en la personalidad y requiere de un tratamiento específico de desintoxicación. Por lo cual en estos casos la recomendación es acudir con un psicólogo infantil a la brevedad posible.
El niño no juega sin el padre/ la madre no está presente
También se dan los casos en los que los niños no pueden jugar solos, que requieren la compañía permanente de sus padres para poder desarrollar su actividad lúdica, esta situación sobre todo a partir de los tres años, edad en la que los niños ya deberían contar con cierta independencia, puede ser la manifestación de un foco rojo el cual puede tener su origen en múltiples factores entre ellos que la forma de educación que los padres han dado.
Desarrollando en sus hijos una dependencia excesiva hacia ellos o que el niño este acostumbrado a que se cumplan todas sus demandas.
El niño no juega como manifestación de un problema emocional
Algunas situaciones recientes como cambios en la rutina, duelos, separación de los padres, violencia u otros eventos que resultaron de angustia para el niño, puedan estar teniendo una repercusión psicológica en el niño y este lo está manifestando en la disminución en su lívido y con ello en el deseo de jugar.
En cualquier caso es importante conocer el origen de esta inhibición del juego y establecer una estrategia para su solución.
El niño no tiene tiempo de jugar
Pareciera incensario mencionar este tema pero la realidad de los niños actuales es que los padres le han dejado sin tiempo de jugar.
Los niños están saturados de actividades a lo largo de todo el día, tanto escolares como extraescolares y esta saturación causa no en pocos casos una fatiga crónica y emocional que inhibe el deseo por el juego.